Aun cuando el burnout, o síndrome de agotamiento laboral, se desencadena por una exposición crónica al estrés, los factores que lo detonan pueden variar significativamente. El nivel de autocuidado, el entorno laboral, la personalidad, el estilo de vida, la coherencia entre propósito – valores y el manejo de emociones juegan un papel determinante; por este motivo, no existe una receta mágica para prevenirlo.
Independientemente del detonador, el primer gran paso para la recuperación consiste en ser realista y enfrentar 3 grandes verdades:
- La presión y el estrés van a continuar. Imaginar un mundo sin presiones, sin cuotas o compromisos es simplemente irrisorio. Las empresas no van a bajar el nivel de exigencia ni comprometer sus resultados para dar paso a un espacio más relajado.
- Debemos hacernos cargo en vez de victimizarse. Es más fácil echar la culpa a otros de nuestra condición y buscar en terceros el origen de todos nuestros males, que asumir que somos nosotros los que debemos poner límites y tomar acción. Uno y nadie más que uno, debe ser el gestor de su bienestar.
- El problema no es la falta de tiempo; el reto está en el equilibrio que debemos generar entre el gasto y la recuperación de energía. Se ha culpado a la falta de tiempo como uno de los principales detonadores; de hecho todos soñamos con agendas despejadas, medios tiempos y flexibilidad laboral. La realidad es que el día seguirá teniendo 24 horas y las jornadas de trabajo como mínimo 8 horas La clave entonces está en garantizar que se tiene la energía requerida y lo que es más importante, un sistema que permita recuperarse eficientemente.
Pero esa recuperación debe darse de manera holística y contemplar al menos 4 dimensiones:
- Dimensión física: tradicionalmente la más conocida, tiene que ver con todos los factores que ayudan a que cada mañana nos sintamos vigorosos, con ganas de levantarnos y comernos el mundo y nos permite llegar cada noche a casa a continuar con nuestro rol familiar. En este entorno, el sueño reparador, la alimentación balanceada que evite los picos de insulina , la hidratación, el descanso y el ejercicio que construye resiliencia son fundamentales para mantener niveles adecuados de energía.
- Dimensión emocional: una de las características más evidentes del burnout es que bloquea la capacidad de las personas de conectar con otras, generando un aislamiento devastador. Re-construir los vínculos afectivos para conectar con aquellos importantes para nosotros, se convierte en prioridad. Garantizar espacios seguros donde los trabajadores puedan expresar sus emociones y mostrarse vulnerables sin temor a ser discriminados o sancionados, serán la base para construir un entorno más saludable.
- Dimensión espiritual: esta es quizás la dimensión más olvidada o difícil de abordar, no solo porque históricamente se ha asociado estrictamente a prácticas religiosas que para algunos son válidas y por otros cuestionadas, sino porque supone un proceso de autoconocimiento y reflexión del individuo que muchas veces no queremos iniciar. Por esto es necesario abordar el concepto “espiritual” desde un marco en el cual el individuo encuentra su propósito de vida y es capaz de alinearlo con sus valores. Al lograr esta conexión, tendrá la capacidad de tomar decisiones que naturalmente le permitan vivir una vida con sentido y equilibrio.
La práctica religiosa, la vocación de servicio a los demás, el voluntariado, la meditación, el yoga , la conexión con la naturaleza son sólo algunas de los caminos para recargar energía y darle sentido a la vida. - Dimensión mental: una de las principales causas que más desgastan al individuo es la incapacidad de mantener el foco en las actividades que realiza. Factores como el exceso de información al que estamos expuestos, el multi-tasking, la hiper-conectividad, la vida en modo “ tiempo real”, el colectivismo excesivo, el manejo inadecuado de herramientas tecnológicas, la falta de planeación, el desconocimiento de métodos de trabajo efectivos, y el conocido FOMO ( Fear of Mission Out), drenan la energía y comprometen la capacidad de concentración del individuo. La capacidad que desarrollemos para recuperar el control mental será decisivo.
En conclusión, no existen recetas ideales para el manejo del burnout; el proceso requerirá ante todo que el individuo conozca donde está con respecto a las 4 dimensiones e iniciar un proceso consciente de autoconocimiento, que le permita diseñar la vida que le hace más sentido y que le permita realizarse. Al fin y al cabo, es el individuo quien debe hacerse cargo.