Cómo prevenir el burnout.

Aun cuando el burnout, o síndrome de agotamiento laboral, se desencadena por una exposición crónica al estrés, los factores que lo detonan pueden variar significativamente. El nivel de autocuidado, el entorno laboral, la personalidad, el estilo de vida, la coherencia entre propósito – valores y el manejo de emociones juegan un papel determinante; por este motivo, no existe una receta mágica para prevenirlo. Independientemente del detonador, el primer gran paso para la recuperación consiste en ser realista y enfrentar 3 grandes verdades: Pero esa recuperación debe darse de manera holística y contemplar al menos 4 dimensiones: En conclusión, no existen recetas ideales para el manejo del burnout; el proceso requerirá ante todo que el individuo conozca donde está con respecto a las 4 dimensiones e iniciar un proceso consciente de autoconocimiento, que le permita diseñar la vida que le hace más sentido y que le permita realizarse. Al fin y al cabo, es el individuo quien debe hacerse cargo.

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5 tips para prevenir el burnout femenino.

Las mujeres han sido una de las poblaciones más afectadas por la pandemia. Mucho se ha hablado del liderazgo de la mujer dentro del marco del Día de la Mujer celebrado el pasado 8 de marzo; sin embargo, poco se ha discutido sobre un hecho preocupante : las mujeres han sido una de las poblaciones más afectadas por la pandemia. De acuerdo con el estudio publicado por Gallup » The State of Global Workplace 2021″, las mujeres latinoamericanas reportan por lo menos 5 puntos porcentuales por encima de los los hombres en variables como sentirse impactadas ( 48%), experimentar estrés diario (55%), sentir tristeza ( 37%), experimentar ira ( 22%) y estar preocupadas a diario (60%). Es un hecho que el gap de sufrir burnout entre mujeres y hombres se ha duplicado en el último año. ¿Las razones? ¡Muchas! La fatiga crónica que trae lidiar con las labores de la casa, el cuidado de los hijos y muchas veces de los padres; los múltiples roles que debemos asumir sin darnos cuenta; la falta de límites entre los entornos laborales y personales; la hiper- conectividad frenética de la virtualidad; la debilidad de sistemas de apoyo; la ausencia de reconocimiento; las dificultades para ascender profesionalmente; la falta de flexibilidad; la tendencia natural a ayudar a otros antes que a nosotras mismas; la carrera constante para demostrar que si somos capaces; la falta de espacios para recargarnos… Si la pandemia supuso una crisis del sector salud, la post-pandemia se traduce en una crisis de talento, en especial el femenino. Hoy, más que nunca, la deserción laboral toca a las empresas sin piedad. Pero, ¿qué podemos hacer como sociedad al respecto? A continuación algunas ideas:

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Al Carbón

Así me siento, al carbón, después de vivir los últimos 18 meses, los más difíciles de mi carrera profesional. Así me siento, al carbón, después de vivir los últimos 18 meses, los más difíciles de mi carrera profesional. Nunca, en mis 30 años de exitosa trayectoria, pensé que iba a sentir el calor asfixiante de la presión y el estrés, el negro intenso de las largas y continuas noches de insomnio; mis sueños y pasiones hechas cenizas; la impotencia de actuar, la soledad que llega con el temor a exponerse; la vergüenza al qué dirán. «Síndrome de Agotamiento Laboral» o «Burnout» fue el diagnóstico; llegué a él sin darme cuenta a qué horas ni por qué… Mi primera reacción fue asumir el rol de víctima; culpar a otros de mi situación resultaba evidente y hasta cómodo. Pero aquellos que me conocen saben que no soy de las que comen entero y menos de las que se dan por vencidas, e inicié un riguroso proceso de investigación y capacitación gracias al cual entendí, que si bien es cierto, la presión corporativa es una locura, el agotamiento laboral o burnout es un proceso interno y muy personal, que resulta de un desbalance entre el ser, deber ser y querer ser. En realidad, debí haber sido yo quien diese prioridad a la salud sobre el trabajo; quien pusiese límites, quien pidiese ayuda en vez de creerme la Mujer Maravilla, quien escuchase esa voz interna que desde hace años me decía que este no era el camino. ¡El proceso de recuperación ha sido lento, duro pero a la vez muy enriquecedor! Tuve que comenzar con resetear mi organismo; era imperativo recuperar la energía y subir el estado de ánimo, generando las endorfinas necesarias a través del ejercicio; llenar mi cuerpo de nutrientes que nivelaban mis niveles de insulina, y eliminando todos los agentes externos que llenaban de ruido mi mente, cuerpo y espíritu. Luego trabajé en reconectarme con la vida; con la gente que quiero y que hace años tenía perdida; tuve que salir de mi encierro emocional para comenzar a socializar y aprender a disfrutarlo. Finalmente, vino lo más difícil, ponerme la mano en el corazón y admitir que ya no era feliz en lo que hacía, ser coherente, dejar atrás esa carrera profesional, e iniciar un proceso de autodescubrimiento que me llevó a identificar que lo que realmente quiero hacer, es ayudar a las personas a mejorar su calidad de vida.

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La importancia de un sueño reparador

El insomnio, causa y consecuencia del burnout. Con seguridad, todos aquellos que hemos experimentado el burnout o síndrome de agotamiento laboral, hemos tenido que enfrentar largas y continuas noches de insomnio, que han afectado no solo nuestro estado de ánimo, sino que han acabado con nuestra energía, capacidad de concentración, rendimiento laboral y fé en el día que llega. De acuerdo con la Asociación Colombiana de Medicina del Sueño, el insomnio es uno de las alteraciones de sueño más comunes, afectando a 4 de cada 10 personas. Se caracteriza por la dificultad para quedarse dormido, o la interrupción del sueño durante la noche, con imposibilidad de conciliarlo de nuevo. Si bien es cierto el insomnio puede tener muchas causas, los componentes emocionales como la depresión, la ansiedad y el stress son los principales. Entonces nos enfrentamos al dilema del huevo y la gallina… no podemos dormir porque estamos preocupados, pero si no descansamos, nos vamos a agotar y estresar. Es por esto que comprometerse con la calidad del sueño debe ser prioridad 1A para nuestra salud física y mental. Un sueño reparador será la base para recuperarnos del burnout, de aquí la importancia de adoptar buenos hábitos, aunque resulten algo disruptivos. 5 TIPS PARA UN SUEÑO REPARADOR Durante el día: Por la noche: Recuerde que la cama es para dormir. Trate de no usar su cama para otra cosa que no sea dormir y tener sexo, para que su cuerpo asocie la cama con el sueño. Si usa la cama como un lugar para mirar televisión, comer, leer, trabajar en su computadora portátil, pagar facturas y otras cosas, su cuerpo no aprenderá esta conexión.

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Burnout, el enemigo silencioso.

En el feroz mundo corporativo no hay espacio para ser vulnerable. Si bien es cierto, 2 de cada 3 individuos han manifestado experimentar el burnout en algún momento de su vida, sólo hasta el 2019, la Organización Mundial de la Salud lo definió como una enfermedad laboral. En Colombia, las cifras no son más alentadoras. De acuerdo con un estudio publicado por el Ministerio de Salud en 2019, 1 de cada 3 trabajadores, es decir, cerca de 8 millones de personas, están experimentando estrés crónico, por lo tanto están en riesgo de adquirir el síndrome. Pero, ¿a qué se debe que sólo hasta que llegó la pandemia se comenzó a hablar del tema abiertamente? La respuesta es simple: en el feroz mundo corporativo no hay espacio para ser vulnerable. Y es que el burnout, además de causar un agotamiento físico y emocional, compromete seriamente el desempeño y la productividad laboral del individuo, lo cual resulta evidente a jefes, compañeros y clientes. Al llegar a este nivel del agotamiento, la persona responde de forma negativa, mostrándose insensible y apática y como consecuencia, termina aislándose de su entorno, simplemente por el temor de mostrar cierta vulnerabilidad y ser considerado débil, incapaz. Por su parte, las organizaciones no tienen las herramientas para identificar los síntomas y por el contrario, terminan centrándose en los hechos, sin siquiera preguntarse cuáles pueden ser las causas del mal desempeño de aquellos colaboradores que hasta hace no mucho, fueron competitivos. La preocupación inicial da paso a planes complejos de mejora, presión excesiva por los resultados y en el peor de los casos, forzando la salida de la organización. En este entorno, levantar la mano y pedir ayuda no es viable. La buena noticia es que el burnout se puede prevenir, por lo que se hace imperativo actuar ya. Es momento de hablar abiertamente, romper las falsas creencias e identificar los detonadores, para que como sociedad, podamos construir un entorno laboral más amable en el que sea posible desarrollarse profesionalmente, de una forma equilibrada , positiva y sana.

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Colombia, a ponerse las pilas con el burnout.

A propósito del Día Mundial de la Salud Mental, aún nos falta mucho por trabajar. El próximo 10 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental, que como su nombre lo indica, se crea con el objetivo de sensibilizar sobre los problemas relacionados con la salud mental y movilizar esfuerzos para ayudar a mejorarla. Si bien es cierto el simple hecho de tener un día definido para hablar abiertamente de estos temas es muy positivo, la verdad es que aún falta mucho por trabajar al respecto. La primera complejidad para abordar el tema radica precisamente en la amplitud del espectro que incluye patologías severas como la depresión, el trastorno afectivo bipolar, la esquizofrenia y otras psicosis, la demencia, las discapacidades intelectuales o los trastornos del desarrollo, como el autismo; pero también otras menos evidentes y más silenciosas como el síndrome de agotamiento laboral, o burnout. Desarrollar políticas definidas y accionables resulta casi imposible cuando se habla de temas tan diferentes, complejos y diversos. Una segunda complejidad radica en el estigma social que supone levantar la mano para pedir ayuda, en especial cuando se trata de enfermedades mentales. En el feroz y competitivo mundo corporativo, mostrarse vulnerable es símbolo de debilidad; y por supuesto nadie quiere líderes débiles. Y es por esto, que en patologías como el burnout, las personas deben vivir en una soledad cruel y despiadada, síntomas muy evidentes que le generan agotamiento físico, mental y emocional, que lo llevan a desconectarse de su entorno y finalmente a una baja realización personal y profesional, minando su seguridad, su confianza, y comprometiendo seriamente su futuro profesional y la productividad de la compañía. Para terminar, la complejidad que supone la falta de información y data para tomar decisiones oportunas. Si bien es cierto el burnout ha existido prácticamente desde que el mundo ingresó a la revolución industrial, solo hasta el 2019, la Organización Mundial de la Salud decidió incluirla entre el grupo de enfermedades laborales, lo cual entrará en vigor en Enero de 2022. Esto implica que a la fecha, las empresas y el sistema de salud, carecen de herramientas para medir su real dimensión e impacto en el mundo laboral, y, por lo tanto, carecen de programas claros para su tratamiento y en especial para su prevención. En Colombia se han dado algunos pasos. Gracias a la Encuesta Nacional de Condiciones de Salud y Trabajo en el Sistema General de Riesgos Laborales (2019) hemos comenzado a medir el nivel de estrés al que están expuestos los trabajadores. Las cifras son preocupantes: más del 30% de los trabajadores en Colombia están manifestando un alto nivel de estrés; es decir, tenemos cerca de 8 millones de personas, en riesgo de adquirir burnout, situación que, con seguridad, se ha exacerbado con la pandemia. Así mismo, se han implementado herramientas para medir los niveles de riesgo, a través de la aplicación de la Batería de Riesgo Psicosocial. El Gobierno, por su parte, ha dado pinos para poder contener esta otra pandemia, la pandemia de la salud mental, implementando acciones como la activación de la Línea 192, donde la ciudadanía puede solicitar apoyo y orientación. Estamos avanzando en obtener la data; ahora el reto será desarrollar las capacidades interdisciplinarias e interinstitucionales, para desarrollar programas de prevención que realmente permitan desmontar los detonadores del estrés a nivel laboral. Sabemos que las compañías no bajarán sus expectativas de resultados y por lo tanto los niveles de presión; pero es imperativo buscar espacios donde se pueda hablar abiertamente del tema, romper falsas creencias e identificar los detonadores, para que, como sociedad, podamos construir un entorno laboral más amable en el que sea posible desarrollarse profesionalmente, de una forma equilibrada, positiva y sana. Una segunda complejidad radica en el estigma social que supone levantar la mano para pedir ayuda, en especial cuando se trata de enfermedades mentales. En el feroz y competitivo mundo corporativo, mostrarse vulnerable es símbolo de debilidad; y por supuesto nadie quiere líderes débiles. Y es por esto, que en patologías como el burnout, las personas deben vivir en una soledad cruel y despiadada, síntomas muy evidentes que le generan agotamiento físico, mental y emocional, que lo llevan a desconectarse de su entorno y finalmente a una baja realización personal y profesional, minando su seguridad, su confianza, y comprometiendo seriamente su futuro profesional y la productividad de la compañía. Una segunda complejidad radica en el estigma social que supone levantar la mano para pedir ayuda, en especial cuando se trata de enfermedades mentales. En el feroz y competitivo mundo corporativo, mostrarse vulnerable es símbolo de debilidad; y por supuesto nadie quiere líderes débiles. Y es por esto, que en patologías como el burnout, las personas deben vivir en una soledad cruel y despiadada, síntomas muy evidentes que le generan agotamiento físico, mental y emocional, que lo llevan a desconectarse de su entorno y finalmente a una baja realización personal y profesional, minando su seguridad, su confianza, y comprometiendo seriamente su futuro profesional y la productividad de la compañía.

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